viernes, 16 de enero de 2009

EDITORIAL: ¡Todo el trabajo a los Consejos!

No hay duda que la actual Dirección del P.C. está cumpliendo cabalmente sus objetivos. Ha reubicado al Partido Comunista de Chile como Partido bisagra a los intereses de una Concertación que, aparejada a su descomposición como coalición, enfrenta una crisis económica aún no manifiesta en su real dimensión, de imprevisibles consecuencias. Este posicionamiento político ha sido una operación ejecutada a la perfección y mirándola atentamente no está dentro de los patrones de incapacidad e ineficacia que la ha caracterizado habitualmente, lo que no nos deja margen para dudar de la existencia de la mano mora. Esta decisión es de larga data y viene asentada en una operación política de gran envergadura y de largo plazo que dice relación con la conversión del Partido Comunista de un Partido Revolucionario, vanguardia de los trabajadores, en un fachada sin contenido, destinado en lo esencial, a limar el ímpetu de cambios de las grandes mayorías explotadas. Es decir, un Partido Social Demócrata tal como convirtieron, al Partido Socialista de Chile, al PPD, y a otras fuerzas que alguna vez gravitaron en el quehacer político como agentes catalizadores de las transformaciones.

En este proceso han jugado un papel esencial los grandes agentes de las derrotas que ocupan posiciones claves en la actual Comisión Política y otros agentes que permanecen en las sombras pero que no son menos decisivos en la situación actual.

Si miramos en una línea de tiempo, este proceso se inicia en las profundidades tenebrosas de la dictadura con el desbancamiento forzoso de la Dirección que se definía como la ” voz del Partido” encabezada por Nicasio Farías y Cifré Cid, militantes de base, que lograron detener la sangría homicida de la dictadura y recomponer orgánicamente al Partido y pasar a la ofensiva en la lucha. Este golpe de poder entronizó a un equipo que encabezó Gladys Marín y cuyos resultados perceptibles hasta nuestros días pueden caracterizarse solo como una sucesión de episodios, prácticas y políticas, oscuras cuya síntesis final ha sido siempre el fracaso y la desintegración sistemática de nuestra organización. Esta falsa Dirección Comunista corrupta ha significado el deterioro absoluto de la estructura partidaria; el reemplazo de la Dirección colectiva por una maquinaria de poder que Congreso tras Congreso ha deteriorado irreversiblemente dos normas leninistas esenciales : el Centralismo Democrático y la Unidad de Acción.

Nosotros comunistas, dentro aún del Partido y los casi dos tercios de antiguos militantes que se encuentran alejados de las filas partidarias, tenemos la firme convicción de perseverar y no entregar el Partido de Recabarren y de la Clase Obrera Chilena , a las manos de esta mafia que ha liquidado prácticamente al Partido de la Clase. En todas partes se constituyen los "Consejos" comunistas dispuestos a la recuperación de la organización y hacer prevalecer la auténtica condición de comunistas, recuperar la ” voz del Partido” frente a la maquinaria seudo comunista. Nuestra práctica dentro y fuera de la organización está y estará destinada a preservar el carácter de clase de la estructura. Esto ya está ocurriendo en muchos lugares donde el trabajo del Partido es el trabajo de los Consejos.

La puesta a punto de la actual desviación de derecha, de nuestra organización, ha exigido la marginación de la mayoría de los militantes, a ellos llamamos a organizarse y perseverar en la lucha : ¡todo el trabajo a los Consejos!.

El ímpetu electoralista de la actual Dirección caracteriza las próximas elecciones desde la página Editorial de El Siglo ( 26/12/08) , como la ” coyuntura decisiva”, determinada no por la situación de clase, sino porque la derecha obtendría ” la suma del poder”, es decir se llama al Partido y a la izquierda a jugar un doble papel, por un lado de aglutinante de la votación de la izquierda y por otra ponerla, sin que se note demasiado, al servicio de una organización política, Gobierno incluido, que ha sido y seguirá siendo absolutamente funcional a los intereses del capitalismo nacional y transnacional. Se esgrime en estas mismas páginas, que un triunfo de la derecha iría a contramano de la tendencia al avance de los gobiernos democráticos y populares que se registran en la región, como si no fuera evidente que la política internacional del gobierno actual, implementada por el Canciller DC Foxley no estuviera permanentemente a contramano de los gobiernos progresistas de América Latina.

El tema aquí, como es evidente, no es si se para a la derecha, derecha de la Concertación incluida, sino ¿cómo se hace? Se hace negociando con la Concertación o se hace con el respaldo de las masas y los trabajadores. Se hace desde la impotencia política o se hace con el despliegue del pueblo movilizado. Esta es la verdadera coyuntura decisiva. Naturalmente, para esto hay que tener un Partido de Masas, acerado, movilizado, con unidad de acción, con verdadera ascendencia en las estructuras sociales. Y para esto no hay que hacer ” virajes” ni ” pasos tácticos”, ni la serie de etiquetas vacías de contenidos a que es tan aficionada la mafia corrupta que se ha apoderado de la Dirección del Partido.

En esta línea, el último Pleno del Comité Central ( constituido en la actualidad por mayoría de funcionarios) no se constituyó en una instancia de discusión seria de la estrategia política en un mundo conmovido por un proceso de derrumbe de gran parte de la estructura financiera del mundo, sino en ratificar a la ” convergencia” y hacer un llamado a las fuerzas del Juntos Podemos Mas para hacerse parte de ello. Colocan como señuelo la reposición del proyecto de reforma al binominal, como si ignoraran que la única manera de terminar con él, es con las masas movilizadas. La derecha UDI no va a transar en esto, sino en un escenario de movilización nacional y al revés de lo que piensa el Pleno, no debemos ” lograr que la reforma al binominal se convierta en una lucha de masas” , sino que debemos lograr que la lucha de masas se convierta en la reforma al binominal y otras reformas políticas, incluyendo la constitución pinochetista. En política el orden de los factores sí altera el producto. El llamado a
”ampliar la instalación de la candidatura presidencial de Guillermo Teiller” (burda copia de Artés), no pasa de ser un chiste. Un individuo insensible a la tremenda vergüenza de no ser elegido pese a todo el despliegue económico y de otro tipo, incluido el fraude, en un centro obrero como Lota, ahorra todo comentario sobre su importancia en la construcción del factor subjetivo. ¿De qué estarán hablando estos tipos?

Nosotros comunistas verdaderos de los Consejos, no estamos contra los acuerdos de unidad de las fuerzas de izquierda, ni de los acuerdos con sectores de la Concertación que deben desprenderse de la manipulación política, imperialista, a la que han estado adscritos todos estos años post-dictadura, e que incluso el Partido fue ”baypaseado” por dirección errática y falta de visión o derechamente manipulados por agentes imperiales insertos en la organización. Pero una cosa es con sectores de la Concertación y otra cosa es con esta máquina de poder pro-capitalista que nos gobierna. Los votos del Partido, no son votos que pueda seguir manipulando la actual Dirección. No forman parte de la política de la bisagra. Sabemos de compañeros que se estarían retirando de los registros para no permitir esta manipulación.

Nosotros los comunistas de los Consejos, no tenemos ninguna aceptación para el camino señalado en la cuenta del Pleno de que ” para avanzar el único camino es hacer un pacto con la Concertación”. Esta aseveración es la muestra más clara de la claudicación revolucionaria de la actual Dirección y la corrupción de la mafia funcionaria.

RESOLUCIONES PRIMER ENCUENTRO REGIONAL METROPOLITANO DE COMITES COMUNISTAS

Estimados compañeros:
En diciembre de 2008 hemos realizado este Primer Encuentro Regional Metropolitano de Comités Comunistas, con la participación de un número muy importante de comunas, con sus respectivos delegados, generando una discusión amplia, abierta y fraterna, que realizó un análisis profundo de la crisis actual que vive el Partido Comunista de Chile y tomó importantes resoluciones sobre el accionar que deben tener los Comités Comunistas en torno a ella y la situación nacional e internacional que deja ver la llegada de una crisis económica profunda y la inexistencia de una herramienta que dirija las luchas del pueblo y los trabajadores.

En cuanto a la recién pasada elección municipal, se constató que el Partido Comunista bajó su votación, aunque logró elegir concejales en algunas comunas de mayor importancia que en las elecciones anteriores. En cuanto a los alcaldes, mantuvo sus cuatro representantes, reeligiendo a los alcaldes de Diego de Almagro y Til-Til, reemplazando al anterior por su hijo en La Ligua y cambiando Canela por Pedro Aguirre Cerda. En el caso de Canela, el alcalde Nathan Trigo fue derrotado por el ex alcalde, quien fue como candidato independiente apoyado por el PPD.
Otros tres alcaldes elegidos por el Juntos Podemos Más fueron un humanista en Yumbel, un socialista pro Navarro en Lota y un demócrata cristiano descolgado en Illapel, lo que no produce una mayor fuerza alternativa.
La Concertación y la derecha también bajaron su votación, mientras los únicos que aumentaron fueron los no inscritos, los que no votaron y los que entregaron su voto en blanco o anulado, lo que porcentualmente se acerca al 50% de los chilenos en edad de ser ciudadanos.

La dirección del Partido Comunista produce una acelerada convergencia hacia la Concertación, bajo el lema de la lucha contra la exclusión y ya no por transformar el sistema electoral binominal, prefiere negociar unos pocos cupos parlamentarios a cambio de apoyar abiertamente al presidenciable de la nueva derecha en segunda vuelta. “Parar a la derecha” es la consigna, pero se olvida que la derecha actual comienza en la Concertación misma, que ha sido el mejor administrador de la herencia dictatorial y ha profundizado las medidas neoliberales en Educación, Salud, Vivienda y Trabajo.
La actual dirección sigue aprovechando el prestigio del antiguo partido para desarrollar una política entreguista y de conciliación de clases, dictando órdenes a las bases como si los militantes no tuviesen capacidad de razonar y sacar sus propias conclusiones. Lo más doloroso es que se sigue faltando el respeto a la memoria y la lucha dada por tanto compañero que entregó su vida defendiendo al Partido y al Pueblo. Se continúa traicionando a la clase trabajadora con el fin único de satisfacer mezquinas ambiciones personales, recibiendo las migajas que les puede otorgar el régimen.

La crisis económica internacional, y sus consecuencias a nivel nacional, crearán en el 2009 un escenario propicio para la agudización de la lucha social y sindical. Sin embargo, mientras las condiciones objetivas se acumulan, la inexistencia de una herramienta que dé conducción a los trabajadores y al pueblo evita que las condiciones subjetivas jueguen su rol. No hay capacidad de conducción de un estallido social en este momento, por lo que a los comunistas de verdad les corresponde organizar, unir y luchar junto al pueblo.
Creemos que ya no es el tiempo para luchas intestinas ni fraccionales, como tampoco para buscar salidas cupulares. Hoy es el momento de hacernos carne en la masa, de acentuar el trabajo social y sindical al que la dirección ha ido dejando de lado. Desde los sindicatos, las juntas de vecinos, las organizaciones sociales y los estudiantes debemos construir la herramienta social y política que sea capaz de proponer una real alternativa a los chilenos.

Se resuelve que la Revista Principios pase a ser el órgano oficial del Consejo Nacional de Comités Comunistas, masificándose y ayudando en la discusión y educación ideológica que necesitan los trabajadores y los militantes comunistas. Junto a la Revista Principios se desarrollará un trabajo semanal de propaganda.
Los Comités Comunistas desarrollarán un trabajo integrado del colectivo, sin dividir a la militancia entre jóvenes y adultos, que responderán a una sola dirección, comunal, regional y central. El Centralismo Democrático será clave en buen desarrollo del Partido. Las decisiones se elaborarán desde las bases y los cargos dirigentes serán elegidos sin prelaciones provenientes de organismos superiores. La unidad de acción se consigue por el convencimiento cabal de las políticas justas del conjunto del Partido, tras una discusión amplia, abierta y fraterna. Los militantes serán expulsados sólo por corrupción y traición, no por opinar distinto al interior del Partido.
El Partido es de la clase obrera, por tanto proponemos que en cada nivel de organización debe existir un 60% de obreros manuales. Cada territorio desarrollará su orgánica dependiendo de sus características y necesidades, pero a la vez debe existir una orgánica general que debe estar al servicio de la unidad de acción y el fluido de información y orientaciones generales.
En lo orgánico, se resuelve conformar un regional metropolitano con dos zonales, norte y sur, y el resto del país dividido en dos grandes regionales: Chile-Norte y Chile-Sur.

Resolvemos la creación de una vocería nacional. El pueblo debe sentir que existe un partido dispuesto a asumir la toma del poder sin ambigüedades. Se debe hacer sentir la presencia de un partido revolucionario, pasando de la teoría a la práctica. Recuperaremos, del tronco histórico del Partido Comunista de Chile, la mística, la solidaridad, el compañerismo, la honestidad y los valores humanistas. Desarrollaremos un concepto de ver y transformar el mundo distinto, que se construya desde la base del pueblo y los trabajadores.

Resolvemos profundizar la creación de Comités Comunistas en todo el país, desde el nivel comunal, sectorial y regional, ayudando a dar un cuerpo más fuerte al Consejo Nacional de Comités Comunistas, que estarán integrados por compañeros y compañeras que continúan militando en el Partido Comunista de Chile, quienes han sido alejados de la militancia y otros muchos que han decidido “irse para la casa” desencantados por la actual conducción derechizante. Así mismo, seguiremos apoyando todas las formas de organización que se han ido dando aquellos militantes que han optado por construir herramientas diferentes, como partidos con existencia local o movimientos transversales que incluyen a otros sectores y aportan a la lucha social y política.
En el mismo sentido, decidimos apoyar y aportar en la construcción de un movimiento amplio de izquierda que se una en torno a un programa mínimo, que contemple como necesidad principal la realización de una Asamblea Constituyente para la creación de una nueva Constitución Política, surgida por primera vez desde la base misma del pueblo chileno.
Junto con el movimiento social y sindical, apoyaremos la realización de un paro nacional de protesta contra las alzas, la cesantía, la superexplotación de los trabajadores, por el fin de las AFP y la Asamblea Constituyente.

A formar Comités Comunistas por todo Chile
A organizar y unir a los trabajadores y el pueblo
A luchar por una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución
Todo el poder para el pueblo

Consejo Nacional de Comités Comunistas
Enero 2009.

CRISIS Y ECONOMÍA

La economía política ha sido transformada, como lo señalaba Engels(1) en un fraude lícito, toda una ciencia sobre el modo de enriquecerse, y/o, en un mundo globalizado, de conducir al conjunto de la humanidad a la bancarrota.

La preeminencia del capital financiero, sostenida por las grandes masas de trabajo acumulado ha rebasado sus propios límites. La economía real se ha visto avasallada situando el accionar financiero en el mundo de la irrealidad y de la virtualidad. Lejanos están los tiempos en que la avaricia de los mercaderes se sostenía en la creencia de que la riqueza era la posesión de oro y plata.

Las crisis que suceden interminablemente una y otra vez siguen mostrando que en la economía capitalista, lo mismo que en el robo, no hay más ley que el derecho del más fuerte. La piedra angular de todo nuestro sistema económico mercantil sigue siendo la teoría de la balanza comercial, y nuestros versados economistas refaccionados en la universidades del imperio se aferran aunque no lo sepan al principio de que el oro y la alta son las riquezas de un país y solo se consideran favorables aquellos acuerdos y tratados comerciales que traen al país dinero constante. Dan por supuesto que el comparar importaciones con exportaciones, si hay más exportaciones que importaciones la diferencia afluirá al país como dinero efectivo y se considerarán a sí mismos brillantes gestores de la economía.

Los economistas se ven obligados por la realidad y sus contradicciones a traicionar sus propias premisas y a renegar de lo que ayer adoraban, adoptan un carácter de benefactores haciéndose aparecer en sus andadas como benefactores del consumidor, como filántropos de los minusvalidos y del bien común y proclaman al comercio como un lazo de amistad y concordia entre las naciones y los individuos.

”La Nueva Economía el sistema de la libertad de comercio basado en la ”Wealt of Nations” (Riqueza de las naciones) de Adam Smith, revela los mismos rasgos de hipocresía, inconsecuencia e inmoralidad que se enfrentan en todos los campos el libre sentido humano” (2). Y esto lo decía Engels hace más de cien años atrás en esta también nueva economía neoliberal que como vemos no es nada más que una reedición de la que contemplaba Engels. Qué otra cosa sino esto es lo que va dejando al descubierto el desarrollo de la actual crisis global.

La danza de millones defraudados por los ayer insignes próceres de la economía de mercado, la libertad de comercio y la sagrada propiedad privada, no se detiene.

Los actuales defensores de la libertad de comercio, al igual que los de los tiempos de Engels, son monopolistas camuflados y peores que aquellos, sin duda porque conocen sobradamente el desarrollo completo del sistema y sus consecuencias para la humanidad y si tuviésemos la capacidad de poner las cosas en su lugar debiésemos enjuiciarlos por crímenes contra la humanidad. Bajo su falaz humanitarismo los economistas neoliberales esconden una barbarie de la que los antiguos no tenían idea.

Así las cosas nuevamente nos encontramos en la encrucijada capitalista de la recesión económica y donde preguntas como ¿si lo peor ya pasó o está por venir?, ¿habrá escasez de alimentos o tendremos un ajuste de precios más alto, o ambas cosas?, ¿qué pasa con el producto potencial del país? Las respuestas a estas y otras interrogantes tendrán una respuesta cuyo libreto ya se conoce en un país con alta concentración de la riqueza donde de las 581 sociedades anónimas que informan a la Superintendencia de Valores y Seguros, solo 40 concentran el 75% de las utilidades. En Chile los costos de la recesión los pagarán los trabajadores. Chile, la blindada economía, mantenida y profundizada por los economistas neoliberales de los gobiernos de la Concertación muestra ya las primeras señales del desastre: existe una marcada desaceleración de Producto Interno Bruto y un retroceso en el consumo en sintonía con el menor crecimiento del empleo y por las caídas de los salarios reales producto del impacto inflacionario que además genera un crédito de consumo más caro y menos abundante.

Los trabajadores chilenos en este escenario deben preparase para la ofensiva empresarial – gobierno que enmascarada en una ”pro productividad y empleo” entregada por el gremio empresarial Cámara de Comercio de Santiago, apuntan en lo fundamental a lo que ellos llaman: modernización de mercado laboral, que implica en lo principal la reducción del sistema de indemnizaciones a solo tres años, fortalecimiento del seguro de desempleo, vía exacciones a los propios trabajadores a través del ahorro voluntario. Además forzarán introducir nuevos mecanismos de flexibilización explícitos en el marco legal para ser aplicados en los contratos laborales que les permitan, por ejemplo, el desarrollo de jornadas parciales y la introducción en ellos de jóvenes y mujeres.

La ofensiva contempla también la reorientación de los organismos sindicales de los trabajadores y convertirlos en instrumentos destinados únicamente a proponer y aportar a la gestión empresarial y a sus utilidades que chorrearán como un maná hacia ellos.

Esta ofensiva también contempla retomar el proceso de privatización de empresas públicas donde el objetivo mayor es terminar de privatizar lo que queda del cobre chileno.

Hay una urgencia nacional para que los trabajadores chilenos deban asumir sin tardanza la recuperación del interés común en la economía y terminar con la libre concurrencia. La sola lucha por las mejoras económicas es un camino ciego, como lo es la libre competencia capitalista que ha conducido y seguirá conduciendo a estas cíclicas crisis económicas.

Los trabajadores deben abordar el tema de la ” riqueza nacional” expresión que carece de todo sentido, mientras exista un dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción. Deben preponderarse los instrumentos de planificación de la economía nacional donde las utilidades no sean producto de azar, de la moda, de los caprichos insensatos de los dueños del capital y un costo de producción que oscila con arreglo a la relación fortuita de la oferta y la demanda.

La economía capitalista es generadora esencial de las crisis económicas y hoy por hoy conduce aceleradamente al fin de la civilización humana. La libre competencia que el tópico cardinal del discurso de los economistas neoliberales es una imposibilidad la resultante real es siempre el monopolio que abre las puertas en par al fraude institucionalizado.

” La competencia determina todas las facetas de nuestras vidas y ha llevado a término la servidumbre de unos hombres con respecto a otros” ( 3). Es imperativo construir otro modelo económico en que las relaciones que se prioricen sean las mutuamente ventajosas y que se regule la circulación del capital financiero, que penalice con altas tasas impositivas las inversiones especulativas, que priorice lo social contra la dictadura de los capitalistas. Es imperativo una planificación de la economía construída democráticamente con mecanismos para que los trabajadores decidan las prioridades económicas de las que ellos serán gestores y depositarios de sus beneficios.

NOTAS:
1.- Engels Federico : Escritos Económicos Varios. Esbozo de crítica de la economía política Editorial Grijalbo. Mexico. p.3

2.- Idem. P.4

3.- Engels. Opus cit.p.23

LENIN Y EL PARTIDO DE LA CLASE

Una estructura social no desaparece jamás antes de que todas la fuerzas productivas estén completamente desarrolladas”, Carlos Marx. Prefacio de Contribución a la crítica de la Economía Política.

Lo que hemos señalado en el epígrafe de estas notas, es un llamado de atención en contra de la impaciencia revolucionaria aunque también es esgrimida, en la argumentación socialdemócrata para no considerar el profundo llamado en la tesis II sobre Feuerbach, de que la cuestión central es transformar el mundo, no solo entenderlo. Es decir, la unilateralidad del análisis aparece al no considerar el papel esencial que juega la práctica humana en los procesos de transformación, ya sea en su retardo o en su aceleración. Quienes argumentan a favor o en contra del materialismo dialéctico a través de las citas tomadas de aquí o de allá de los grandes revolucionarios, trátese de Marx, Engels, Lenin o Fidel olvidan el carácter profundamente dialéctico de la filosofía que sustenta su pensamiento, que liga la teoría con la práctica en forma insoluble.

Dicho esto, podemos plantearnos sin temor a equivocarnos que el asunto no es organizar la revolución: ésta no es el resultado de una conspiración, ni una toma del poder, sino una revolución social. Engels lo señalaba, como siempre, cortando el análisis con el filo acerado de la lógica dialéctica marxista: ”los comunistas saben demasiado bien que toda conjura no es solamente inútil sino nociva. Saben demasiado bien que la revolución no es un acto de voluntad, sino siempre y en todas partes la consecuencia inevitable de circunstancias completamente independientes de la voluntad y de la acción de todo partido y de toda clase”.

La revolución se producirá más o menos rápidamente según el grado de desarrollo de cada uno de los países, siempre siendo incidente el grado de desarrollo de sus fuerzas productivas. Esto es así independiente de que por un despliegue más amplio, es decir dialéctico, los otros componentes de los procesos jueguen en determinado momento un papel trascendente en un proceso revolucionario resultando victoriosa una revolución proletaria. Esto no significará ni mucho menos que su ejemplo se extenderá en forma automática a otros países, solo provocará reacciones más o menos importantes y acelerarán futuros desarrollos.

En este escenario Vladimir Ulianov a la par que defendía y enriquecía la pureza y vigencia del pensamiento de Marx no restringía su accionar a la disputa teórica o a la búsqueda de la verdad en el mundo de las ideas, sino siempre en relación al enemigo político. El objetivo concreto consistía en hacer la revolución en Rusia, estuvieran o no maduras las condiciones para instaurar nuevas relaciones de producción. Que Rusia fuera atrasada y su proletariado incipiente, o que el capitalismo ruso estuviese lejos de haber agotado sus fuerzas productivas, no podía considerarlo situaciones insalvables, solo exigían un análisis distinto para hacerlo funcional al objetivo esencial: hacer la revolución.

”Nosotros pensamos que los socialistas rusos deben, por encima de todo, desarrollar ellos mismos la teoría de Marx, porque ésta no indica más que principios rectores generales, que se aplican en cada caso particular tanto a Inglaterra como a Francia…” escribe lúcido Lenin.

Lenin desarrolla un plan de acción en ”¿Qué Hacer?”, subrayando que había nacido una nueva época y que ya no se trataba de educarse de la educación popular o de ponerse a la búsqueda de personalidades heroicas: debía hacerse algo completamente diferente. Cada punto de ese plan constituía una innovación sin precedente en el pensamiento político del siglo XIX, incluido el marxismo.

Hay en esta actitud un posicionamiento de no transformar el marxismo en dogma, de no renunciar a la libre crítica del pensamiento marxista a partir del principio fundamental del materialismo histórico: ”no es la conciencia del hombre la que determina su existencia; por el contrario es la existencia social del hombre quien determina su conciencia” (Marx).

Lenin escribe: ”la historia de todos los países demuestra que la clase obrera no puede, por sí misma, llegar más que a una conciencia tradeunionista, es decir a la convicción que es necesario unirse en sindicatos, combatir contra los patrones, reclamar del gobierno tales o cuales leyes necesarias a los obreros, etc.”. Dicho de otra forma, la clase obrera no se vuelve por impulso propio hacia la revolución, es necesario crear una organización política capaz de introducir en el movimiento obrero espontáneo la concepción del mundo del socialismo científico. En síntesis, la tarea política consiste en fusionar en un todo indisoluble ese movimiento espontáneo con la actividad del partido revolucionario.

Es claro que esta idea de Lenin del partido no es un aporte exterior a la clase como sostienen los críticos socialdemócratas de las posiciones de Lenin, pues éste sin ninguna duda conoce los planteamientos de Engels frente al tema de la autoconciencia:”para expulsar del timón de las clases dominantes, es necesario, en primer lugar, un cambio en la cabeza de las masas laboriosas… y para llegar a esto, es necesario un ritmo más rápido en la transformación de los medios de producción: más máquinas, más supresiones de empleo, más quiebras entre los campesinos y la pequeña burguesía, una demostración más evidente de las consecuencias del desarrollo en la gran industria moderna…Solo entonces se avanzará verdaderamente en el camino de la emancipación: cuando las transformaciones económicas hayan hecho tomar conciencia de su condición a la gran masa de obreros y ellos hayan trazado ya el camino de la toma del poder político”.

En la Rusia de Lenin hubo y había habido organizaciones revolucionarias ¿dónde residía la diferencia fundamental de su concepción de partido? En la condición de profesionales de quienes ejercieran las funciones principales dentro de la organización. En lugar de diletantes (aficionados) profesionales que tomen en sus manos los preparativos de condiciones óptimas para el proceso revolucionario. Lenin pensaba que no era posible preparar la revolución a menos que los revolucionarios estuvieran completamente a una dirección. La organización de los revolucionarios debe englobar ante todo y principalmente a hombres cuya profesión es la actividad revolucionaria: ”unidos en virtud de una decisión libremente adoptada, precisamente a fin de combatir al enemigo”.

Lenin estaba convencido de la necesidad de los revolucionarios profesionales pero además de que un miembro del partido no podría trabajar eficazmente siempre bajo el control permanente del partido. Esa concepción fue la que lo opuso a Martov y significó la famosa escisión entre bolchevique y mencheviques. Martov y sus partidarios partían del principio de que debía reconocerse la calidad de miembro del partido a cualquiera que de una u otra manera quisiera colaborar con el partido socialdemócrata. Los bolcheviques por el contrario consideraban como miembros del partido solo a quienes pertenecieran a la organización y estuvieran dispuestos a trabajar bajo su estrecho control.

El Partido es el partido de la clase obrera; el partido es la vanguardia de la clase obrera, el partido lucha por los intereses de la clase obrera. Si no cumple estos requisitos no es nada. Como no lo es una organización de revolucionarios profesionales que ha perdido el control del conjunto del partido. Lenin avizoraba la existencia y gran peligro que significaba la burocratización de las estructuras del poder: ”nuestro peor enemigo interior es el burócrata, el comunista que ocupa en las instituciones soviéticas un puesto responsable, rodeado de respeto de todos, con prestigio de hombre concienzudo”.

” Para convertirse en Poder, los obreros conscientes tienen que ganarse a la mayoría : mientras no existía violencia contra las masas, no habría otro camino para llegar al Poder. No somos blanquistas, no somos partidarios de la toma del Poder por una minoría. Somos marxistas, partidarios de la lucha proletaria de clase contra la embriaguez pequeño burguesa, contra el defensismo chovinista, contra las frases hueras, contra la dependencia respecto a la burguesía”. ( Lenin. Obras Escogidas en tres tomos. La dualidad de poderes .Editorial Progreso. Moscú 1970 p.42).

La dictadura del proletariado es una de las tesis fundamentales del marxismo. La lucha de clases lleva obligatoriamente a la dictadura del proletariado y solo esta dictadura permite la abolición de todas las clases y el paso a una sociedad sin clases.

La pregunta actual frente a las tendencias que se manifiestan al interior del Partido Comunista de Chile es quién es quién frente a la tendencia dominante, al parecer de las posiciones socialdemócratas, y esta crítica se asienta, al igual como lo enfrentaba Lenin en la tendencia de transformar, de Partido de la revolución social a un Partido de reformas sociales en donde una de las negaciones centrales en la práctica es la negación de la lucha de clases pretendiendo que no es aplicable a una sociedad estrictamente democrática, gobernada supuestamente conforme a la voluntad de la mayoría.

EL PARTIDO DE LA CLASE

Por Nicasio

La doctrina marxista emergió como es sabido, como la elaboración crítica de las tres principales tendencias ideológicas del siglo XIX : la filosofía alemana, la economía política clásica inglesa y el socialismo francés, y supuso un antes y un después en estas tendencias. Naturalmente esto no fue casualidad, obedecía a las condiciones materiales y sociales que había generado un régimen capitalista de producción en que se mostraban abiertamente ya las agudas contradicciones de clase entre la burguesía y el proletariado.

Tampoco surgió construida como totalidad de la cabeza de nadie, sino que se depuró y se sigue depurando en la práctica política e ideológica de millones de seres humanos en la esfera de los fenómenos sociales y el avance científico. El gran mérito histórico de Marx y Engels, como lo señaló Lenin, consistió en demostrar científicamente la misión histórica mundial del proletariado como fuerza revolucionaria capaz de destruir el régimen capitalista y crear una nueva sociedad, la sociedad comunista. En esa dirección señalaron al proletariado y a las masas trabajadoras el camino de la emancipación, demostraron la necesidad del partido marxista como fuerza dirigente del movimiento obrero, y definieron los principios de su estrategia y de su táctica.

En función de estos fundamentos Lenin, constructor importante del primer Estado Socialista : el Estado Socialista Soviético, contribuye en términos esenciales a desarrollar la doctrina marxista en las nuevas condiciones históricas del imperialismo y las revoluciones proletarias y sienta las bases de una teoría integral del partido marxista de nuevo tipo, de su papel dirigente y de sus principios orgánicos, políticos e ideológicos, así como de su estrategia, táctica y política.

Lenin señala en todo momento que sin la dirección de un partido marxista de nuevo tipo, pertrechado de la teoría revolucionaria de vanguardia, la clase obrera no podía cumplir su misión histórica de constructora de una nueva sociedad.

Señalaba además como elementos fundamentales la disciplina, la cohesión monolítica y la pureza ideológica, la ligazón indisoluble con las masas, la aplicación consecuente de las normas de vida del partido, la dirección colectiva como cuestión clave para la realización de todo lo demás.

El cuidado que hay que tener con esto es que la invocación del todo o parte de estos principios puedan ser letra muerta, como ha ocurrido ya muchas veces en la larga lucha de los pueblos por su liberación. ¿Qué otra cosa sino palabrería hueca y seudo revolucionaria era la de los dirigentes del PCUS que condujeron al glorioso partido de Lenin a la bancarrota y al derrumbe en las condiciones de lo que fue el campo socialista? Indudablemente allí la dirección colectiva funcionaba de alguna manera, pero no es menos claro que esta dirección colectiva funcionaba en términos de sí misma y desprendida de la realidad objetiva, sin capacidad de interpretar el sentir de las masas. Y esto por una cuestión muy sencilla : el trabajo sea cual sea pierde su poder formador y transformador sino está ligado a la vida económica productiva. El trabajo político es un trabajo esencialmente alienado.

Es claro que si se le pregunta a cualquier funcionario del aparato político contestará que trabaja e incluso más de lo que trabajaría dentro del sistema productivo, el problema es que esto no puede convertirse en una actividad a perpetuidad sin graves riesgos como muestra una y otra vez la práctica política. Así tenemos decenas de estos funcionarios incompetentes que deambulan de un puesto a otro sin que aporten nada porque su función no es ya hacer avanzar el proceso revolucionario sino sustentar a quienes se han distribuido las cuotas de poder del aparato burocrático en que han convertido al principal instrumento político de la clase.

El Partido Comunista de Chile es parte y heredero legítimo de todas las conquistas progresistas y tradiciones democráticas y revolucionarias del pueblo del Chile. Sin embargo no está ni ha estado inmune a personalismos y desviaciones de derecha e izquierda. Conservar una herencia no significa sentarse en ella como en un trono, sino, significa avanzar y determinar independientemente las vías y los medios de las luchas revolucionarias. El Partido únicamente puede ser fuerte y estar unido a condición de que se base en sus principios en forma consecuente. Así, si se invoca el principio del Centralismo significa basar su Dirección Central por un centro, que es su Congreso y, entre Congreso y Congreso, por el Comité Central ; la subordinación rigurosa de la minoría a la mayoría y de las organizaciones inferiores a las superiores. ” No someterse a la dirección de los organismos centrales- escribió Lenin- equivale a una negativa a seguir en el Partido, equivale a deshacer el Partido …”

Es por eso que Lenin hablaba una y otra vez de la necesidad de llevar a cabo en el Partido una ” labor de autocrítica, poniendo despiadadamente al descubierto sus propias deficiencias…” Si no hay confianza en los organismos de dirección de parte de las bases, no es posible ninguna subordinación rigurosa ni sometimiento a los organismos centrales. Si nos atenemos a estos elementos de principios no nos equivocamos en lo absoluto si señalamos que en los últimos Congresos del Partido, no han sido otra cosa que una falsificación absoluta de la voluntad del Partido. Se han montado verdaderas maquinarias que han copado sus distintas instancias por los funcionarios de las que han surgido los despojos de la voluntad colectiva, cuestión que ha sido disfrazada por la mantención de un discurso seudo revolucionario, vacío de contenidos reales y de una práctica consecuente.

¿Cuál ha sido su práctica en la realidad?. Primero la liquidación sistemática de las bases orgánicas del Partido y su jibarización, la liquidación de toda la estructura militar y el apartamiento de los cuadros militares de la actividad permanente de la organización. Qué lejos está la esterilidad política de esta Dirección de Marx que proclamaba la ” crítica despiadada de todo lo existente”, y en especial la ” críticas de las armas”, apelando a las masas y al proletariado. Y para no dejar margen a la tontera oportunista no estamos aquí proclamando el levantamiento armado ni nada que se le parezca. Estamos hablando temas concretos, como por ejemplo, entre otros, de la complacencia enorme con una Concertación que como coalición política es coautora junto a la dictadura del empobrecimiento generalizado de la población, de la lesión enorme de la entrega de la principal riqueza del país que esta siendo depredada a un ritmo sin parangón en nuestra historia; una Concertación, que es lo fundamental, matices más, matices menos, funcional a la política de agresión del complejo militar-financiero-industrial del imperialismo estadounidense. No estamos hablando de no alianzas, estamos hablando de definir con claridad los sesgos para no ejercer presiones indebidas en el filo revolucionario de la clase destinada a poner fin a la dictadura de la burguesía. Estamos hablando de una táctica que no se acomode al vencedor. Estamos diciendo que en esta situación, como en muchas otras, la derrota de la acción revolucionaria es, desde el punto de vista del materialismo dialéctico, un mal menor en la marcha general y en el resultado de la lucha de la clase, que el que resulta del abandono de posiciones ya conquistadas. La capitulación sin lucha es absolutamente desmoralizante : Marx que apreciaba en todo su valor el empleo de los medios legales de lucha en las épocas de estancamiento político y de dominio de la legalidad burguesa condenó sin ambages en 1877 y 1878 las ” frases revolucionarias”, pero combatió con la misma energía, sino más fuertemente, el oportunismo que por entonces se había adueñado temporalmente del partido socialdemócrata oficial, que no había sabido dar inmediatas pruebas de firmeza, tenacidad, espíritu revolucionario y disposición a pasar a la lucha ilegal en respuestas a las leyes de excepción contra los socialistas.

El partido de los obreros del salitre, de los constructores de la Unidad Popular, de los principales bastiones contra la dictadura genocida de Pinochet, el partido de la clase, no puede ni debe retroceder a una política diseñada desde la impotencia política que es lo que ha caracterizado a la actual Dirección. Desde el desastre psicológico y moral que significó la humillante derrota del presidente del PC en un bastión de lucha obrera como lo fue Lota y sobre la cual, no se escuchó por lo demás ni la más mínima autocrítica, ni siquiera por el ingente despilfarro de recursos, ni tampoco la igualmente vergonzosa comedia de equivocaciones encabezada por el actual

Secretario General Lautaro Carmona, y que puso fin a la coalición del Junto Podemos Más, de la cual tampoco se escuchó autocrítica alguna, y antes San Fernando, ni la aparición y permanencia en los quioscos de un Siglo en huelga, ni las demandas ignoradas de trabajadores comunistas del Instituto Alejandro Lipschutz ante la Inspección del Trabajo, etc.; etc.

La situación a que esta Dirección somete al Partido son dramáticos en el desarrollo de la lucha de clases. Así mientras en el diario El Siglo se da cuenta de la política de alianzas con la Concertación fijada por el último Pleno del Partido un par de páginas más allá se denuncia que sigue el saqueo de nuestras riquezas posibilitado irrestrictamente por esa misma Concertación o las redes de corrupción en CODELCO, bastión de prebendas económicas del Partido Demócrata Cristiano, componente central de este mismo conglomerado político del cual somos ahora socios para enfrentar a la Derecha extraconcertación, porque la derecha concertacionista va a seguir, sin dudas ahí mismo.

Más aún el informe al VII Pleno de Mayo de 2008, es decidor en dos sentidos: primero en él no hay ni una sola línea, no vamos a exagerar pidiendo con Lenin la ”crítica descarnada” de lo obrado hasta el momento por esta Dirección y no solo eso, sino lo que es aún más sintomático no hay una sola crítica a la Concertación. Quizá lo más relevante es el enunciado de que ”actuando de conjunto con la Concertación, es posible y necesario infligir una aplastante derrota electoral a la Alianza, abriendo con ello un escenario cualitativamente distinto para las contiendas parlamentarias y presidencial del 2009”. Y esto es muy serio no se apela a las masas, ni a los trabajadores para la construcción de un nuevo escenario, sino a un conglomerado político que viene cuesta abajo en la rodada.

Nosotros no tenemos dudas de que el” proceso de construcción de una correlación de fuerzas más favorables a los cambios democráticos de fondo-los cambios que deben concluir en la construcción de una nueva política estatal- debe nutrirse también de los que vienen de vuelta, de los miles de desencantados de la política de las fuerzas que integran el actual bloque en el poder”, el tema es que para esto hay modos y modos y no es precisamente el mejor diseñado. Este es solo el camino de la claudicación y la pérdida de los elementos básicos de un partido de vanguardia. Estos acuerdos de omisiones a que ha llegado la actual Dirección no dan cuenta de que la principal omisión para concretarlo ha sido dejar fuera la vos del Partido que afortunadamente no coincide con el sesgo que se ha dado a la actual política de alianzas. Nótese que no hablamos de no tener una política de alianzas dirigida a la Concertación, sino de los sesgos, equivocados que ésta adquiere ya sea por improvisación o por incapacidad política por tener un partido mermado en sus reales capacidades, o sencillamente porque los agentes del imperialismo desarrollan su trabajo en un partido ya sin los elementos claves de la vigilancia revolucionaria. Por lo demás para seguir el paso táctico planteado por Juan Lagos(El Siglo. Página editorial 16 mayo 2008) destinado a dar dirección más clara a un proceso de acumulación de fuerzas, de unidad y de lucha, de alianzas y compromisos democratizadores y ”no soltarlo por nada del mundo” se requiere más que buena voluntad, se requiere que el Partido tenga unidad de acción y confianza absoluta en quienes ejercen la Dirección. Sino todo esto será una vez más letra muerta y dos tercios de los militantes comunistas seguirán viviendo marginados de la vida partidaria y haciendo una oposición soterrada y enormemente dañina al Partido y por ende al conjunto de la clase.