Cuatro candidatos de la Concertación postularán a la Presidencia de la República en los próximos comicios: Eduardo Frei hijo, Marco Enríquez-Ominami, Alejandro Navarro y Jorge Arrate.
A quien le quepan dudas examine los antecedentes. Jorge Arrate, el flamante militante comunista y candidato de lo que queda del Juntos Podemos –previa renuncia mediática al PS- se presenta como un avanzado crítico de la situación política y social que vive el país y del distanciamiento del bloque oficialista con los postulados democratizadores que le dieron origen para terminar con la dictadura. Tras 19 años como actor de la interminable e inconclusa “transición a la democracia”, y luego de haber sido Ministro de Educación (1992 -1994), durante el mandato de Patricio Aylwin, Ministro de Trabajo y Previsión Social (1994-1998) y Ministro Secretario General de Gobierno(1998-1999), durante la presidencia de Frei hijo, Embajador de Chile en Argentina (2000–2003), bajo el gobierno de Ricardo Lagos, Presidente y Vicepresidente del Partido Socialista de Chile y, en varios períodos, Coordinador de la Concertación de Partidos por la Democracia, Secretario General del Partido Socialista, Miembro del Comité Central del Partido Socialista, cayó en la cuenta de que el conglomerado no lo identificaba y renunció al que fuera su partido durante su vida, para presentarse como abanderado presidencial de la izquierda extraparlamentaria. Esta sola relación de hechos ya resulta curiosa, por decir lo menos, pero además, no se puede omitir el papel que jugó Arrate en el proceso de “renovación” del socialismo chileno, en la construcción de la convergencia socialista de fines de los años 80 que sepultó la alianza que sustentaba al Movimiento Democrático Popular (MDP), bajo la tesis de “aislar a los extremos”, que comprendían a los sectores más duros de la dictadura por un lado y por otro a los denominados “grupos extremistas”, y negociar una salida pactada a la dictadura. Muchos de quienes estábamos en política en esos años y específicamente en la lucha contra la dictadura, recordamos que el nombre de Arrate estuvo asociado a un proceso que por entonces deplorábamos porque desmanteló la coalición de izquierda que peleaba por una salida política más avanzada, que le fuera arrancada a la dictadura. Por esos días, hablar de Arrate y Convergencia Socialista, eran una misma cosa desoladora, porque veíamos como a la cabeza de un importante sector del PS demolía la unidad de la izquierda al arrastrar a los sectores socialistas que estaban en el MDP a la naciente Concertación y se aconsejaba al Partido Comunista que le convendría “submarinear” por un tiempo.
Bueno, ahora, después de todos estos hechos, Arrate Mc Niven se dispone a presentar batalla en la contienda presidencial, como abanderado de aquellos que marginó de la vida política y quedaron excluidos de toda participación formal en la vida institucional del país. Cuenta para ello con la claudicación cómplice de dirigentes que transaron sus principios por la posibilidad de entrar al parlamento, hipotecando el proyecto histórico transformador que declaran no haber abandonado.
Si se observa atentamente la trayectoria de Arrate, no es difícil concluir cual será su llamado frente a la segunda vuelta electoral. Es como si se hubiera situado junto o entre la izquierda extraparlamentaria, para captar sus votos en primera vuelta y en segunda, procurar que respalden a la Concertación. O sea que en el fondo, se trataría de una candidatura dirigida a operar en definitiva, en beneficio del conglomerado oficialista.
Navarro
Alejandro Navarro es diferente. Hace rato que está catalogado como un díscolo pues desde hace tiempo sostiene una posición critica al quehacer de la Concertación, especialmente en lo relativo al predominio del modelo económico, la desigualdad social, las demandas territoriales de los mapuche y otra serie de conflictos en los que toma posición junto a los más débiles y afectados. Defensor del gobierno bolivariano del presidente Hugo Chávez, se posiciona como un legislador con posturas progresistas ante asuntos nacionales e internacionales. No obstante, ha sido un defensor de las privatizaciones efectuadas por los gobiernos de la Concertación, a las que otorga certificado de “concesiones” y por tanto para él no estarían privatizadas las empresas sanitarias y otras.
Más allá de sus posturas progresistas frente a diversos conflictos, permaneció por 20 años en el bloque concertacionista y solamente ahora renuncia al Partido Socialista y levanta su candidatura como una alternativa de izquierda. Pero también ha dicho que en segunda vuelta los votos del Movimiento Amplio Social que encabeza, no favorecerán a la derecha. Una afirmación con la evidente determinación de orientar a sus votantes a favor de la Concertación. Antes ha dicho con precisión, que espera alcanzar un 5 %, lo suficiente para proporcionar ese margen al candidato titular del oficialismo y asegurar su triunfo.
En definitiva, no se ve por donde prospera el proyecto progresista y transformador del “díscolo” Navarro. Su posición más parece un esfuerzo por captar parte importante del voto de izquierda más desorientado y desencantado, para finalmente inclinarlo en beneficio del oficialismo. Esto hace difícil creer que a partir de su postulación a la presidencia, impulse el surgimiento de un movimiento social real que persiga instalar en Chile una verdadera alternativa progresista y revolucionaria que busque terminar con el capitalismo, los enclaves institucionales de la dictadura que aún subsisten y en general con las bases sistémicas de la injusticia. Todo parece indicar que se trata de un díscolo funcional a la Concertación, a la que ha respaldado durante 20 años a pesar de sus innumerables críticas a la gestión gubernamental del conglomerado, cuando está en juego el poder. Pero hay más. Fundados rumores emanados de las conversaciones con Arrate y las declaraciones de ambos en favor de contar con un “candidato único de la izquierda”, auguran que Navarro bajaría su candidatura en septiembre.
Frei Ruiz-Tagle
De Eduardo Frei hijo, huelgan los comentarios y la eventual información adicional que se pueda aportar. Es conocido su pasado individual y familiar, unido a las actividades que culminaron con el golpe de Estado de 1973. Su apoyo inicial a la dictadura, siguiendo a papá, a la que donó sueldos de sus empresas y joyas familiares. Con Frei hijo no hay por donde perderse. Ciento por ciento Concertación, empresario, amigo de la privatización de empresas del Estado, integrante de lo más derechista de la Democracia Cristiana nacional e internacional y uno de los mejores discípulos de la tutoría de los EE.UU. de América. Genuino representante del sistema capitalista, podría ser perfectamente el candidato del bloque derechista y probablemente son los votos que busca captar su candidatura. Así entre gobiernos encabezados por “Socialistas” y por demócrata cristianos, se logra la alternancia en el poder, tan lloriqueada por la derecha tradicional.
Marco Enríquez-Ominami (MEO)
El cuarto postulante parido por el bloque oficialista, Marco Enríquez-Ominami, que tomó el apellido de su padre –Miguel Enríquez- cuando advirtió que le proporcionaba rating, es otro que ha mantenido también un comportamiento político “díscolo”. Pese a ello, hace poco se le escaparon algunas ideas programáticas que lo retratan, pese a que posteriormente descartara de su programa de gobierno la privatización parcial de empresas del Estado. Planteamiento que le acarreó una ola de reacciones en contra, obligándole a tarjar esas propuestas. Pero fue su padre, Carlos Ominami, el que ha ido dejando las cosas más claras respecto a la cuestión de fondo, cuando en respuesta a los requerimientos desde su partido para que defina su posición entre apoyar a Marco Enríquez-Ominami o al candidato oficial del conglomerado, precisó que en la segunda vuelta todos volverán a estar juntos indiscutiblemente. Por lo tanto queda claro cual será la posición del díscolo candidato llegada la segunda vuelta. El aumento sostenido de los adherentes a su postulación presidencial ayuda a despertar expectativas en los más aburridos del oficialismo y también entre los desesperados que anhelan terminar con la era Concertacionista. No obstante, su compromiso sigue siendo con el bloque de gobierno y dista mucho de impulsar la construcción de una alternativa política que se distancie de las fuerzas que hasta ahora se han esmerado exitosamente, en la preservación del modelo neoliberal y fundamentalmente del sistema capitalista, causante fundamental de la miseria, marginación, explotación y crisis.
Habida cuenta de quienes son realmente estos cuatro señores, nada pueden esperar de sus candidaturas los marginados, postergados y explotados de nuestro país y mucho menos quienes buscan caminos de salida a las deplorables condiciones de vida a que están sometidos. Sólo les resta descubrir su propia fuerza y capacidades, confiar en ellas y ponerlas en movimiento.
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