Sin duda que la máxima aspiración de los países capitalistas periféricos y sus burguesías nacionales es convertirse en la copia fiel de Estados Unidos. Aunque no lo dicen explícitamente este sería su mayor logro, o a lo menos a convertirse en su “socio asociado en sociedad” vía tratados, entrega de soberanía o lo que fuera.
Esta aspiración de lograr vivir “el sueño americano” naturalmente es gratificante, precisamente para las burguesías dominantes que aspiran a llevar a los límites los niveles de explotación, pero, para las grandes mayorías de explotados y los necios habitantes de las nebulosas clases medias que pareciera estar dispuestas a navegar por el mar de las desgracias con tal de imitar al burgués, sólo es incrementar los males.
Es en las épocas de crisis donde quedan al descubierto las llagas del sistema y su actual modelo, sistema cuya sobrevivencia es una vergüenza para el género humano y lo está llevando a su destrucción.
Hemos imitado el reinado de las tarjetas de crédito una de las bases, dicho sea de paso, del enriquecimiento del candidato de la Alianza (Derechista) Sebastián Piñera. En Estados Unidos esta industria es un elemento dominante de la voluntad de los trabajadores estadounidenses mediante el creciente endeudamiento de los hogares. Así, si en 1980 la deuda media de los hogares rondaba los 40.000 dólares [constantes], mientras que ahora es de unos 130.000 dólares [constantes] por hogar, incluyendo las hipotecas. La deuda de los hogares se disparó, y las insaciable instituciones financieras que se lanzaron a sostener las deudas de los hogares trabajadores logradas a través de hipotecas subprime entregadas a gente prácticamente sin ingresos. Estas hipotecas se lanzaron al mercado financiero como medio de inversión en una de las maniobras más refinadas y perversas imaginables, lo que no es poco decir en un medio donde las operaciones fraudulentas o que circulan al límite de la legalidad son habituales.
Siendo Estados Unidos el paradigma del dominio de la burguesía y de los ricos, no podemos dejar detener en cuenta las complejidades de un enorme y poderoso país que no es inerme ni está ajeno a los procesos de transformación dialéctica de toda sociedad: la actual situación económica está llevando a una lucha política de distinto signo y potencia de lo ocurrido hasta la fecha.
“La sabiduría del Mercado”
Existe una vigorosa resistencia y decisión de enfrentar a quienes han sumergido al país en esta crisis. La elección de equipo económico de Obama ya fue cuestionada; por ejemplo, la de Larry Summers, que era Secretario del Tesoro en el momento clave en que muchas cosas empezaron a ir realmente mal, al final de la administración Clinton. ¿Por qué dejar los cargos a gente con potentes lazos con Wall Street y el capital financiero? El tema de no detener la crisis es tremendo: cada mes que pasa sin detener la caída significa la pérdida de alrededor de 600 mil empleos. Es decir en estos momentos la crisis golpea a amplios sectores de trabajadores. Más de 19 millones de trabajadores lo hacen para administraciones locales y de los Estados sobre todo en educación y para ellos los fondos de pensiones han perdido de acuerdo a informe de la Reserva Federal 108 mil millones de dólares desde que se inició la crisis , es decir, el 35 % de su valor. Cifra semejante a la pérdida de los trabajadores chilenos en sus fondos de pensiones.
En este escenario economistas eminentes como Paul Krugman profesor de Economía en Princeton y premio Nobel de Economía piensan que el plan de rescate del sistema bancario de Obama no va a funcionar debido a su apego a las propuestas neoliberales del principal asesor económico de Obama (Geithner)que sigue planteando dejar actuar “la sabiduría del mercado”.
La bancarrota de aseguradoras como Lehman que detonó la crisis y determinó que contra el paradigma neoliberal de que las instituciones económicas ineficientes debieran salir del mercado y que el Estado no de debiera intervenir, ha llevado que como un medio de detener la caída se haya nacionalizado bancos y una industria automotriz sobredimensionada. Así los contribuyentes deban hacer frente a la totalidad de la deuda de los bancos tal como lo hicieron los contribuyentes chilenos en al crisis de 1982 en pleno dominio de la dictadura y sus asesores económicos hoy amparados y protegidos bajo el paraguas de la Unión de Demócratas Independiente UDI (siempre tan hipócritas en sus denominaciones estos tipos). Billones de dólares en deuda que los astutos ganster de Wall Street han traspasado a los bolsillos de los trabajadores americanos.
Entonces es posible que esta aspiración al desastre de los sirvientes del imperio se vea severamente cuestionada porque ya la monolítica imagen única y sin alternativa creada se erosiona a ojos vistas y el pueblo estadounidenses comienza a emerger como actor real en un desarrollo que puede adquirir caracteres no pensados. Los elementos negativos del modelo estadounidense son replicados y multiplicados en Chile, país cuyos gobernantes casi sin excepción han soñado con convertirlo en una réplica del imperio.
Las crisis o el reinado del terror
En una economía no planificada las llamadas crisis económicas son fenómenos ineludibles e imprevisibles. Se trata casi siempre de la acumulación de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas. En general su aparición es precipitada por productores que han producido más de lo que pueden vender. Mientras que en formas anteriores de la sociedad el desastre económico era sinónimo de escasez insólita, la crisis hoy es una crisis de sobreproducción. Es claro que este es la manifestación del fenómeno como lo es la posterior transformación de la sobreproducción en su variante opuesta de la escasez, que en la crisis que estamos viviendo es escasez de dinero, dinero transformado súbitamente en un bien escaso (de allí la escalada de intervenciones de parte de los Bancos Centrales para bajar el valor del dinero es decir, las tasas de interés), luego escasez de puestos de trabajo, escasez de bienes de consumo etc., etc.
Desde los años ’70 el mundo ha vivido de crisis en crisis, con origen en los países desarrollados o en los países dependientes. En una sucesión sostenida de la cual la actual es un eslabón que se convierte en la más violenta e imprevisible de los últimos cincuenta o setenta años. Es el reinado del terror. Podemos registrar una secuencia de estos eventos: la crisis monetaria en EE.UU. y la ruptura del patrón oro en 1971; el alza de los precios del petróleo en 1973 y 1979; la crisis de la deuda externa latinoamericana en 1982; el crac bursátil de Wall Street en 1987; las crisis de las cajas de ahorro estadounidenses en 1989; el crac japonés en 1990. Luego vienen las crisis periféricas de fin de siglo: la mexicana (1994), la del sudeste asiático (1997), la rusa (1998) y la brasileña (1999). Y a partir del nuevo siglo otro encadenamiento: el derrumbe de las punto.com en el 2000; las crisis en Turquía y en la Argentina (2001); la quiebras de Enron y World Com (2001 y 2002); las repercusiones financieras del atentando a las Torres Gemelas y de la invasión a Irak. La actual crisis de las subprime (1) que estalla en 2007.
El proceso de insolvencia de los deudores inmobiliarios detonó la quiebra de Lehman Brothers, el cuarto banco de inversiones de EEUU, y lanzó a Wall Street en picada. La mala noticia se suma a la de la quiebra de Bear Stearn y la apresurada compra de Merril Lynch por Bank of America. Previamente, las aseguradoras Fannie Mae y Freddie Mac fueron absorbidas por el estado ante su total insolvencia. Junto a esto, sombríos datos sobre el desempeño de la economía provocaron que el Congreso de EEUU aprobara un plan de rescate inicial de 800 mil millones de dólares. Wall Street vive en un vaivén constante de subidas y bajadas históricas producto de la alta incertidumbre de una economía que no logra tocar piso provocando que los precios de las acciones a la baja no detenga las pérdidas.
Esos íconos críticos, comerciales o financieras, son fenómenos económicos que periódicamente ponen a prueba toda la vida e incluso la existencia de la sociedad capitalista. No son eventos aislados sino que forman parte del desarrollo normal de la sociedad burguesa que los genera porque forman parte de su modo de existencia. El modelo capitalista de desarrollo desemboca inevitablemente cada cierto tiempo en una catástrofe general que afecta a todo el mundo. No es posible que suceda otra cosa cuando el sistema descansa como lo hace el capitalismo en las fuerzas ciegas del mercado y en el imperativo mercantil del lucro y el interés privado. De allí que precisamente la única forma de crear antídotos para detener el desastre es poner en marcha los mecanismos de planificación centralizada, la nacionalización de la banca, es decir la intervención socialista del sistema a través del ejecutor de última instancia: el Estado.
Los capitalistas y sus defensores, políticos y abogados, delincuentes de cuello y corbata no hacen asco en la hora de la desgracia a aquello que continuamente denigran: la intervención del Estado y los sistemas de control social. Y esto obviamente no lo hacen porque súbitamente se conviertan al comunismo sino para lograr que el costo que las crisis que ellos provocan las paguen aquellos a quienes siempre han explotado: las trabajadoras y los trabajadores.
Esta crisis está arrastrando a millones de seres humanos a una pobreza más profunda y derivará como lo declaran personeros de la UNESCO en la muerte de miles de niños en el período. Además está demostrado históricamente que las recesiones han puesto una carga desproporcionada de ella sobre las mujeres al tener éstas empleos más vulnerables, estar subempleadas o desempleadas o carecer de protección social y tener un acceso limitado a los recursos económicos y financieros. Las mujeres dependientes, por ejemplo, que tienen que cuidar a familias completas con menores ingresos o las mujeres trabajadoras que tienen que apoyar a sus familias sólo con sus salarios que, en promedio, son menores que los hombres.
El mismo desolador panorama se incrementa en el ámbito de los jóvenes que en promedio desde la dictadura hasta los gobiernos de la Concertación han tenido una tasa de desempleo de alrededor del 20 %.
La crisis y el fantasma recesivo que ya se manifiesta en Chile un incremento sistemático de la tasa de desempleo y la pérdida de más de un tercio de los fondos provisionales. Se suma a esto el tema de los alimentos básicos con un incremento de precios del 65 % desde el 2006 donde las mayores tasas la han tenido la soja, el trigo y el arroz, siendo esto último parte de la dieta básica de los chilenos.
Otro problema central es la sobreexplotación de los recursos a lo que se suma el abandono de la agricultura que tiene como meta la seguridad alimentaria por la agroindustria capitalista neoliberal destinada en lo esencial a la producción para el mercado mundial. Así los antiguos campos trigueros hoy están destinados a la plantación de pino, la pesca artesanal diezmada por la pesca industrial destinada a producir harina de pescado.
Para resolver el problema de la crisis no hay caminos intermedios: es necesario abandonar el modelo neoliberal creado por el sistema capitalista de desarrollo y su dogma económico basado en el aumento continuo del consumo. Deben incrementarse el reparto del trabajo, socializarse los servicios básicos, recuperar la totalidad del cobre y nacionalizar la banca. En definitiva recuperar la riqueza y la propiedad para quienes producen la riqueza cualquier otra cosa es someterse al reinado del terror que impone la dictadura de la burguesía.
Nota:
(1) Un crédito subprime es una modalidad crediticia del mercado financiero de Estados Unidos que se caracteriza por tener un nivel de riesgo de impago superior al resto de los créditos.
A recuperar el Partido Comunista para los trabajadores y el pueblo
A los militantes comunistas que creen en la revolución como un suceso liberador y justiciero, constructor de una nueva sociedad capaz de superar al modelo neoliberal y su progenitor, el sistema capitalista.
A los que permanecen en el partido y los que se han alejado, pero conservan vivos los nombres y enseñanzas de cientos de hombres y mujeres que lo dieron todo –incluso la vida- por la causa superior de liberar a Chile de la dictadura y construir el socialismo en nuestra tierra.
A los que no renuncian al propósito fundamental por el cual existen los partidos obreros y a luchar por conquistar estas metas:
Se ha descubierto, debido a una demanda judicial acogida y tramitada por el 18 º Juzgado del Crimen de Santiago, que una empresa inmobiliaria ligada a las finanzas del partido tiene orden de demoler el edificio que construyera en Carabineros de Chile 22, a media cuadra del local de nuestro Comité Central. La determinación del tribunal responde a la denuncia de los vecinos, respecto a que en el proceso de construcción fueron vulnerados el espacio de los cimientos de las construcciones aledañas, en flagrante atropello a las normas elementales de edificación. El inmueble de 17 pisos y cuya construcción costó cerca de 3 mil millones de pesos, habría vendido casi la totalidad de los departamentos, pues sólo dispone de uno, el 508, cuyo precio es de UF 2.150.
Aparece a la cabeza de la Inmobiliaria Araucaria, el compañero René Amigo, miembro del Comité Central de nuestro partido y como principal socia inversionista con un aporte de 398 millones de pesos, una funcionaria de la comisión de finanzas, servidora incondicional del grupo que se apoderó del partido y lo controla desde los años ochenta, la compañera Flora Estay. Esta empresa aparece comprándole al partido el terreno, para luego conformar una nueva inmobiliaria (Baquedano) en conjunto con la constructora Varela, a quienes vuelve a vender el espacio en UF 9.291 (unos 190 millones de pesos actuales).
El edificio deberá ser demolido según lo dispuesto por el tribunal y al hacerlo, se habrá perdido todo lo invertido, que podemos suponer provino de los dineros devueltos por el Estado al partido como compensación por el despojo de bienes y equipos perpetrados por la dictadura, las que superan los 12 mil millones de pesos.
Estamos frente a un fracaso de marca mayor para las actividades financieras del partido, que deja en evidencia un estilo de trabajo y de hacer las cosas, no sólo ineficiente, sino revelador de una enorme descomposición. Movimientos financieros ocultos a la militancia, cuyos orígenes y destinos nadie más que el reducido grupo de poder conoce y de los que jamás se rinde cuenta. Existen otros tantos “malos negocios” hechos con recursos del partido y de organizaciones hermanas que confiaron en la dirección de los comunistas chilenos. Todos esos fracasos se han ocultado sistemáticamente y han sido acallados por los funcionarios que conforman un grupo incondicionalmente fiel a quien le paga el estipendio mensual.
Esta descomposición proviene de la ruptura con principios y valores éticos y morales propios de los revolucionarios y la ruptura con el propio objetivo de luchar por la revolución. Es la práctica del peor de los pragmatismos y en muchos casos, llevada a cabo en beneficio propio y extendida a variados niveles, como sucede por ejemplo entre un número significativo de dirigentes sindicales, para los cuales los trabajadores son solamente números para las elecciones de federaciones y confederaciones o para la misma CUT, que les aseguren continuidad en los cargos a los que fueron designados por el grupo interno de poder. Tal actitud hace posible que algunos dirigentes sindicales comunistas consuman regularmente cocaína y hasta podrían perfectamente estar involucrados en micro tráfico.
Este escenario surgió frente a la pasividad con que miles de militantes hemos permitido que un pequeño grupo mantenga el control total de la organización y engañe a cientos de nuevos militantes que no conocen la historia y trayectoria, la vida interna y los métodos revolucionarios que deben caracterizar a un partido comunista. Tampoco conocen el listado de sospechosos “errores”, cometidos tanto en dictadura como en los últimos 19 años, de quienes ostentan las máximas responsabilidades de dirección en el partido.
En las actuales condiciones orgánicas internas y con el grado de descomposición denunciada, es imposible contar con un partido comunista que se aboque de lleno a luchar con los explotados y marginados frente al azote que acarrea la actual crisis económica. Se habrán cumplido así las orientaciones de los Documentos de Santa Fe para neutralizar a los partidos comunistas sin exterminarlos físicamente. No contamos con nuestro partido como un instrumento orgánico y político de lucha, cuando el grupo de poder, tolera y promueve la descomposición, busca solamente la llegada al parlamento de un par de dirigentes y, para lograrlo, renuncia al sagrado derecho de rebelión que tienen los oprimidos.
Ante esta situación, llamamos a recuperar el partido para el propósito que fue creado. Es la hora de exigir que se vayan los que se adueñaron de la organización y se atornillaron en sus cargos. Los comunistas debemos hacer que se vayan quienes practican la connivencia con elementos de corrupción, tanto dirigentes como funcionarios menores. Tenemos que sacar de sus cargos, y si es preciso del partido, a quienes lo dirigen en beneficio propio dejando de lado los intereses del pueblo y los trabajadores.
Lo exigimos en nombre de nuestros héroes y mártires, constructores y defensores del patrimonio del partido, malversado por un pequeño grupo de poder.
Lo exigimos en nombre del pueblo.
Consejo Nacional de Comités Comunistas de Chile
Santiago, 2 de abril de 2009.
Recuerdos de Abril
Tito Alvarado, desde Canadá.
En la penumbra del recuerdo me vienen a la mente los momentos en que dos de los mayores de mis hermanos, Gustavo y Rafael, salían alegres a participar en la protesta del Primero y dos de abril de 1957. De aquella protesta nos quedó el nombre de Alicia Ramírez, impactada por una bala asesina disparada por un carabinero. Nos quedó también el alza en la lucha de todos. Más tarde Allende sería candidato a la Presidencia por segunda vez.
Era el tiempo en que las reuniones y las protestas servían para algo, era el tiempo en que la gente sabía que era gente y como tal debía tener derechos, pero había que luchar para que se respetaran. Eran también los tiempos en que los revolucionarios no tenían miedo ni vergüenza de luchar, esgrimiendo sus verdades. No se trataba de luchas por una silla ni por migajas ni acomodos al sistema que nos mata, sino lucha por soluciones y por un cambio de sistema, en definitiva por el socialismo.
Abril comienza 51 años después y mucho, pero mucho ha cambiado sin que nada, pero nada haya cambiado para los que sufren la vida dependiendo de la venta de su fuerza de trabajo.
Este Primero y dos de abril quizá haya quien recuerde esa fecha y esa lucha de ayer, quizá yo tenga el nada halagüeño mérito de ser el único que lo recuerde, quizá se levanten voces por sus derechos. Quisiera creer que este abril comienza una nueva etapa para los excluidos, no hablo de los excluidos del Congreso nacional, sino de los excluidos sistemáticamente por el sistema.
En estos días hay en Chile unos apoltronados calentando asientos y diciendo sus palabras de buena costumbre a los micrófonos y a las cámaras. ¡Pobre gente! no sabe que el camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones. ¡Pobre gente! aún no les cae la teja de que la crisis no tiene otra solución que la que imponga la gente en la calle. Nada sacan sus bancos ni sus ejércitos ni sus palabras, algo ha cambiado y ese algo será total o será mortal.
En este abril del año 2009, el 20 exactamente comienza la cuenta final del mundo. O si preferimos en esa fecha tendremos la certeza de que las veinte “economías” más “pujantes” del mundo no han podido encontrar la salida. Lo cual nos demuestra que no siempre la gente que sabe está donde es necesaria y que muchas veces el poder es asunto de ignorantes, viejos zorros en las malas artes de llegar al poder y conservarlo, pero a la hora de las crisis estos zorros se comportan como zorrillos, apestan y nada aportan. El 20 de abril sabremos que la crisis es global y que seguiremos hundiéndonos, a menos que despertemos y cada uno determine asumir su destino junto a los demás que son sus iguales.
En el edén llamado Chile el 4 de abril la izquierda que lucha tendrá un encuentro definitorio. No están soñando ni jugando a ganar un sillón ni se les puede acusar de venderse ni vender nada. Lo que salga de allí, pienso, creo, será un remezón y comenzar a tomar las armas: las de la crítica, las de la organización, las de influir confianza, las del conocimiento, las de la gente en pie de lucha. El 18 de abril la otra izquierda, la misma que en estos días se ha pegado el tremendo palmazo en la frente, la que recién ahora despierta a la realidad: la derecha no votó por ellos en el pacto por omisión ni está dispuesta a entregar los distritos emblemáticos, donde esta izquierda tiene certeza de ganar.
Falta que les caiga el palmazo, la teja o el ladrillazo de que la única alternativa es la lucha y que no hay negociación que valga si no es con la gente en la calle. Lo que si sabemos es que de esta reunión saldrá en candidato único de ellos y será nada menos que un camaleón de apellido con dos eres.
Para el mundo una fecha marca el fin de algo que nos ha conducido a este atolladero y el inicio de algo que nos libera o nos terminará de matar.
Para Chile la primera fecha marca un comienzo con todos los que luchan. La otra fecha tiene los vicios de que ya se sabe en qué terminará.
En este trance pudiera darse que la cordura imponga la única vía posible: los que no tenemos nada, tenemos derecho a soñarlo todo y esos sueños se conquistan con la lucha social.
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