viernes, 16 de enero de 2009

CRISIS Y ECONOMÍA

La economía política ha sido transformada, como lo señalaba Engels(1) en un fraude lícito, toda una ciencia sobre el modo de enriquecerse, y/o, en un mundo globalizado, de conducir al conjunto de la humanidad a la bancarrota.

La preeminencia del capital financiero, sostenida por las grandes masas de trabajo acumulado ha rebasado sus propios límites. La economía real se ha visto avasallada situando el accionar financiero en el mundo de la irrealidad y de la virtualidad. Lejanos están los tiempos en que la avaricia de los mercaderes se sostenía en la creencia de que la riqueza era la posesión de oro y plata.

Las crisis que suceden interminablemente una y otra vez siguen mostrando que en la economía capitalista, lo mismo que en el robo, no hay más ley que el derecho del más fuerte. La piedra angular de todo nuestro sistema económico mercantil sigue siendo la teoría de la balanza comercial, y nuestros versados economistas refaccionados en la universidades del imperio se aferran aunque no lo sepan al principio de que el oro y la alta son las riquezas de un país y solo se consideran favorables aquellos acuerdos y tratados comerciales que traen al país dinero constante. Dan por supuesto que el comparar importaciones con exportaciones, si hay más exportaciones que importaciones la diferencia afluirá al país como dinero efectivo y se considerarán a sí mismos brillantes gestores de la economía.

Los economistas se ven obligados por la realidad y sus contradicciones a traicionar sus propias premisas y a renegar de lo que ayer adoraban, adoptan un carácter de benefactores haciéndose aparecer en sus andadas como benefactores del consumidor, como filántropos de los minusvalidos y del bien común y proclaman al comercio como un lazo de amistad y concordia entre las naciones y los individuos.

”La Nueva Economía el sistema de la libertad de comercio basado en la ”Wealt of Nations” (Riqueza de las naciones) de Adam Smith, revela los mismos rasgos de hipocresía, inconsecuencia e inmoralidad que se enfrentan en todos los campos el libre sentido humano” (2). Y esto lo decía Engels hace más de cien años atrás en esta también nueva economía neoliberal que como vemos no es nada más que una reedición de la que contemplaba Engels. Qué otra cosa sino esto es lo que va dejando al descubierto el desarrollo de la actual crisis global.

La danza de millones defraudados por los ayer insignes próceres de la economía de mercado, la libertad de comercio y la sagrada propiedad privada, no se detiene.

Los actuales defensores de la libertad de comercio, al igual que los de los tiempos de Engels, son monopolistas camuflados y peores que aquellos, sin duda porque conocen sobradamente el desarrollo completo del sistema y sus consecuencias para la humanidad y si tuviésemos la capacidad de poner las cosas en su lugar debiésemos enjuiciarlos por crímenes contra la humanidad. Bajo su falaz humanitarismo los economistas neoliberales esconden una barbarie de la que los antiguos no tenían idea.

Así las cosas nuevamente nos encontramos en la encrucijada capitalista de la recesión económica y donde preguntas como ¿si lo peor ya pasó o está por venir?, ¿habrá escasez de alimentos o tendremos un ajuste de precios más alto, o ambas cosas?, ¿qué pasa con el producto potencial del país? Las respuestas a estas y otras interrogantes tendrán una respuesta cuyo libreto ya se conoce en un país con alta concentración de la riqueza donde de las 581 sociedades anónimas que informan a la Superintendencia de Valores y Seguros, solo 40 concentran el 75% de las utilidades. En Chile los costos de la recesión los pagarán los trabajadores. Chile, la blindada economía, mantenida y profundizada por los economistas neoliberales de los gobiernos de la Concertación muestra ya las primeras señales del desastre: existe una marcada desaceleración de Producto Interno Bruto y un retroceso en el consumo en sintonía con el menor crecimiento del empleo y por las caídas de los salarios reales producto del impacto inflacionario que además genera un crédito de consumo más caro y menos abundante.

Los trabajadores chilenos en este escenario deben preparase para la ofensiva empresarial – gobierno que enmascarada en una ”pro productividad y empleo” entregada por el gremio empresarial Cámara de Comercio de Santiago, apuntan en lo fundamental a lo que ellos llaman: modernización de mercado laboral, que implica en lo principal la reducción del sistema de indemnizaciones a solo tres años, fortalecimiento del seguro de desempleo, vía exacciones a los propios trabajadores a través del ahorro voluntario. Además forzarán introducir nuevos mecanismos de flexibilización explícitos en el marco legal para ser aplicados en los contratos laborales que les permitan, por ejemplo, el desarrollo de jornadas parciales y la introducción en ellos de jóvenes y mujeres.

La ofensiva contempla también la reorientación de los organismos sindicales de los trabajadores y convertirlos en instrumentos destinados únicamente a proponer y aportar a la gestión empresarial y a sus utilidades que chorrearán como un maná hacia ellos.

Esta ofensiva también contempla retomar el proceso de privatización de empresas públicas donde el objetivo mayor es terminar de privatizar lo que queda del cobre chileno.

Hay una urgencia nacional para que los trabajadores chilenos deban asumir sin tardanza la recuperación del interés común en la economía y terminar con la libre concurrencia. La sola lucha por las mejoras económicas es un camino ciego, como lo es la libre competencia capitalista que ha conducido y seguirá conduciendo a estas cíclicas crisis económicas.

Los trabajadores deben abordar el tema de la ” riqueza nacional” expresión que carece de todo sentido, mientras exista un dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción. Deben preponderarse los instrumentos de planificación de la economía nacional donde las utilidades no sean producto de azar, de la moda, de los caprichos insensatos de los dueños del capital y un costo de producción que oscila con arreglo a la relación fortuita de la oferta y la demanda.

La economía capitalista es generadora esencial de las crisis económicas y hoy por hoy conduce aceleradamente al fin de la civilización humana. La libre competencia que el tópico cardinal del discurso de los economistas neoliberales es una imposibilidad la resultante real es siempre el monopolio que abre las puertas en par al fraude institucionalizado.

” La competencia determina todas las facetas de nuestras vidas y ha llevado a término la servidumbre de unos hombres con respecto a otros” ( 3). Es imperativo construir otro modelo económico en que las relaciones que se prioricen sean las mutuamente ventajosas y que se regule la circulación del capital financiero, que penalice con altas tasas impositivas las inversiones especulativas, que priorice lo social contra la dictadura de los capitalistas. Es imperativo una planificación de la economía construída democráticamente con mecanismos para que los trabajadores decidan las prioridades económicas de las que ellos serán gestores y depositarios de sus beneficios.

NOTAS:
1.- Engels Federico : Escritos Económicos Varios. Esbozo de crítica de la economía política Editorial Grijalbo. Mexico. p.3

2.- Idem. P.4

3.- Engels. Opus cit.p.23

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