miércoles, 28 de abril de 2010

1° de Mayo: Día Internacional de los Trabajadores

“…salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable…”
José Martí, corresponsal en Chicago del periódico La Nación de Buenos Aires.


A fines del siglo XIX, Chicago era la segunda ciudad de EEUU en términos de habitantes. Confluían en la urbe campesinos y ganaderos desempleados y miles de inmigrantes provenientes de todas partes del mundo. Comenzaban a poblarse las barriadas o villas de la miseria engendrada por la explotación.
No existía hasta entonces ninguna regulación seria para la duración de la jornada de trabajo, aparte de una multa de entre 25 y 100 dólares en el caso de los maquinistas o fogoneros fuesen obligados a trabajar más de 18 horas.
Las condiciones de trabajo eran insoportables y extenuantes. Muchos obreros se levantaban a las cuatro de la madrugada, y regresaban después de las ocho de la noche de manera que jamás veían a sus mujeres y a sus hijos a la luz del día. Unos se acostaban en corredores y otros en chozas donde se hacinaban tres o cuatro familias; muchos no tenían alojamiento y se les veía juntar restos de comida en los desperdicios, o comprar a los carniceros, algunos centímetros de recortes de carne. En Chicago, las condiciones de vida de los trabajadores eran mucho peores que en otras ciudades del país.
Si bien las demandas por limitar la jornada de trabajo a 8 horas se remontaban en EEUU a 1929 y en 1886, diecinueve estados comenzaron a aprobar leyes que permitían trabajar jornadas máximas entre ocho y diez horas, siempre existían subterfugios con cláusulas que les daban a los capitalistas el derecho de hacer trabajar a los obreros entre 14 y 18 horas.
En estas circunstancias el Cuarto Congreso de la Federación Estadounidense del Trabajo (American Federation of Labor), de tendencia socialista, realizado el 17 de octubre de 1884, resolvió que desde el 1° de Mayo de 1886, la jornada de trabajo no debía exceder de 8 horas y que de no aprobarse esta reivindicación, inmediatamente se convocaría a una huelga general.
El 1° de Mayo de 1886, 200.000 trabajadores iniciaron la huelga mientras otros 200.000 obtenían la reivindicación con la sola amenaza de paro. Después del éxito de esta convocatoria las movilizaciones y manifestaciones obreras continuarían hasta el 4 de Mayo.
La burguesía no se cruzó de brazos y aliada con la policía oficial y los policías privados a sueldo de los patrones, comenzó el hostigamiento y provocación a los trabajadores movilizados. El día 3 de mayo la policía disparó a quemarropa sobre una manifestación frente a la Fábrica McCormik, en huelga desde el 16 de febrero, provocando la muerte de 6 personas y dejando decenas de heridos.
Como respuesta a la cruel y sangrienta represión se convocó a una manifestación para el día siguiente, 4 de Mayo en la plaza Haymarket, que llegó a contar cerca de 120.000 participantes.
Al finalizar el acto 180 policías uniformados avanzaron contra la multitud que se dispersaba hasta que, de pronto, un artefacto explosivo estalló entre los policías provocando la muerte de uno de ellos y algunos heridos. De inmediato estos abrieron fuego contra los trabajadores causando un número indeterminado de muertos y heridos entre la muchedumbre. Se declaró el estado de sitio y el toque de queda, deteniendo a centenares de trabajadores y dirigentes que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía.
La Prensa al servicio de la burguesía y confabulada con la policía, titulaba los periódicos de esta forma "Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los grupos anarquistas."
Una persecución feroz contra el movimiento sindical y los dirigentes obreros culminó con un escandaloso proceso en el que se violaron todas las normas procesales de forma y de fondo, de tal manera que el mismo ha llegado a ser calificado de farsa judicial. Los 8 dirigentes que resultaron finalmente juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión perpetua y cinco a la horca.
Todos ellos serán conocidos para la posteridad como “Los Mártires de Chicago”, y sus nombres deben recordarles a todos los trabajadores del mundo que la lucha contra la explotación tiene un alcance universal y que la crueldad de los explotadores no tiene límites. A todos ellos nuestra gratitud y respeto:
Georg Engel, alemán, 50 años, tipógrafo. Ejecutado el 11 de noviembre de 1887.
Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista. Ejecutado el 11 de noviembre de 1887.
Albert Parsons, estadounidense, 39 años, periodista. Ejecutado el 11 de noviembre de 1887.
Hessois Auguste Spies, alemán, 31 años, periodista. Ejecutado el 11 de noviembre de 1887.
Louis Linng, alemán, 22 años, carpintero. Se suicidó en su propia celda.
Samuel Fielden, inglés, 39 años, pastor metodista y obrero textil. Condenado a cadena perpetua.
Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a 15 años de trabajos forzados.
Michael Swabb, alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.
A finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros.
El éxito en la consecución de la jornada de 8 horas marcó un punto de inflexión en el movimiento obrero mundial, al punto que el propio Federico Engels en el prefacio de la edición alemana de 1890 del Manifiesto del Partido Comunista dice:
“Pues hoy en el momento en que escribo estas líneas, el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por vez primera en un solo ejercito, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada normal de ocho horas, proclamada ya en 1866 por el Congreso de la Internacional celebrado en Ginebra y de nuevo en 1889 por el Congreso obrero de París. El espectáculo de hoy demostrara a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. !Oh, si Marx es tuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!”.
En Chile, la primera celebración del 1° de Mayo data de 1892 en Valparaíso. A partir de 1898 hasta 1905 se realizan en esta fecha mítines y desfiles de conmemoración en diferentes ciudades del país, los que van creciendo en importancia y convocatoria.
Al año siguiente, el 1° de mayo adquiere relevancia extraordinaria. Luis Emilio Recabarren se dirige a más de diez mil obreros en una gran concentración en Santiago. Por otra parte, miles de trabajadores paralizan sus labores en Viña del Mar y Valparaíso para concurrir a la manifestación convocada por la Conferencia Mancomunal de Trabajadores de Chile, y en Iquique, 1.500 personas asiste al mitin convocado por el Partido Demócrata para conmemorar por primera vez en esta ciudad el Día Internacional de los Trabajadores.
El año 1907 marca un hito en la celebración del primero de mayo en el Chile de esos años. 30.000 personas participaron en el mitin convocado por la Mancomunal de Obreros y la Federación de Trabajadores de Chile. La presencia del crucero “Esmeralda” en el puerto de Iquique no es suficiente para cohibir a los trabajadores, que dejan sus labores para acudir a la conmemoración del primero de mayo en las calles. Se celebraron mítines en Tacna, Tocopilla, Antofagasta, Taltal, Concepción y Valdivia, y en Valparaíso, miles de personas acudieron al acto organizado por Confederación Mancomunal y por las Ligas de Resistencia.
Por primera vez se conmemoraba el Día Internacional de los Trabajadores en todo el país con un entusiasmo extraordinario. El proletariado chileno estrechaba los lazos de sus organizaciones y acudía masivamente a su convocatoria con una conciencia de clase y un sentido de unidad inéditos.
Durante la mayor parte del siglo XX, sobre todo después del triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia, las celebraciones del primero de mayo adquirieron un relieve y una importancia aun mayores. El Día Internacional de los Trabajadores y gesta conmemorativa de los Mártires de Chicago constituyó una fecha cardinal en el calendario de los trabajadores y de los revolucionarios de todo el mundo. Como no recordar que, coincidentemente, el Primero de Mayo de 1945, los soldados del primer estado de obreros y campesinos del mundo, entraron en Berlín, para asestarle el golpe mortal y definitivo a la maquinaria militar nazi-fascista, durante la Segunda Guerra Mundial.
El 1° de Mayo, el Día Internacional de los Trabajadores, el día de la conmemoración de la inmolación de los Mártires de Chicago, es un día de movilización y de lucha para los trabajadores de todo el mundo. Es el día que nos recuerda la unidad de nuestros intereses y nuestra identidad como clase, pero también es el día que nos recuerda que esa identidad descansa esencialmente en el conflicto insoluble e irreconciliable con la explotación del hombre por el hombre y con la depredación irracional de la naturaleza que lleva a cabo el poder del capital.
Desde las últimas décadas de siglo pasado, la corriente más delirante y extremista del imperialismo contemporáneo lleva a cabo una ofensiva global contra los intereses de los trabajadores y los pueblos del mundo. La ideología neoliberal predominante no ha conocido límites para reducir a la nada las conquistas sociales y los avances democráticos que los trabajadores y los pueblos habían logrado hasta entonces. Lo ha hecho mediante la sedición, los golpes de estado, las guerras, la injerencia y la intervención militar directa, las masacres, la tortura y el asesinato selectivo, la coacción y los bloqueos económicos, mediante el imperio mediático de los medios masivos de desinformación y manipulación de masas y mediante la imposición de un orden mundial injusto que se basa en la súper explotación de millones de trabajadores en todo el mundo y en la depredación acelerada del medio ambiente.
El espectáculo indecente de la extravagante opulencia de una minoría de privilegiados frente a la miseria de millones de hombres, mujeres y niños que apenas tienen lo indispensable para subsistir en las más humillantes condiciones, las agudas crisis económicas que privan de sus fuentes de trabajo y sustento a millones de seres humanos, los interminables conflictos militares y guerras que siegan miles de valiosas vidas humanas cada año, y la irracional depredación capitalista de la naturaleza, entre otras calamidades, son el fruto repugnante de la contrarrevolución neoliberal, que solo puede ser combatida y derrotada por la unidad de todos los oprimidos y explotados bajo la conducción de la clase trabajadora, cuyo día conmemoramos cada 1° de Mayo.

¡Por una reconstrucción popular y solidaria!
¡Por un sindicalismo combativo y clasista!
¡Viva el Primero de Mayo!
¡Vivan los Trabajadores!

Consejo Nacional de Comités Comunistas de Chile.
1° de Mayo de 2010

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